Los tres meses donde todo podría cambiar

Por: Renato Giusti

El vicepresidente Joe Biden está en el rango más alto,


ante las futuras elecciones presidenciales, en este momento. Su campaña ha aumentado en millones el número de electores, mientras el presidente Donald Trump está atrapado en el descenso de su popularidad debido, en gran parte, a su desempeño inapropiado ante la crisis del COVID-19. ¿Logrará permanecer en el primer lugar durante los próximos tres meses o lo superará la candidatura de Trump?

Muchas cosas podrían cambiar en el próximo trimestre. Recordando las elecciones presidenciales de 1988, entre el candidato demócrata Michael Dukakis y el republicano George W. Bush, vemos cómo Dukakis estuvo en el primer lugar durante aquel mes de agosto, con el mismo 7% de margen entre su candidatura y la del opositor, tal como Biden ahora. Tres meses después, Bush volvió a subir en las encuestas con un 12% y logró ganar las elecciones con un 8% final. Pero ahora, algo diferente podría pasar. En mi opinión existe un aprendizaje que derivó de las elecciones presidenciales de 1988, y que se adhiere a la capacidad de predecir qué pasaría después de las elecciones.

Un detalle importante para corroborar lo que vendría, es pensar en lo que aún no conocemos: su elección de la vicepresidencia. De acuerdo con quienes lo apoyan, la nueva vicepresidenta será elegida entre dos candidatas afroamericanas: la senadora Kamala Harris y la embajadora Susan Rice. Personalmente, Biden conoce profundamente a la embajadora Rice pero Harris ha sido reconocida públicamente como una persona valiosa que ayudaría a Biden en la campaña. Si la tradición continúa, Biden elegirá a su vicepresidenta este viernes, antes de la Convención Nacional Democrática que tendrá lugar el 14 de agosto.

Este año, las convenciones de los dos partidos mayoritarios serán diferentes. Mientras que la Convención Nacional del Partido Republicano seguirá estando en Charlotte, Carolina del Norte, solo un número limitado de personas podrán participar en este encuentro, donde no se incluirán los medios de prensa. Del otro lado, la Convención Nacional Demócrata continuará en Milwaukee con la presencia del vicepresidente Biden, quien aceptará su nominación desde el estado donde está registrado, Delaware, más allá de Wisconsin.

Los tres debates presidenciales, así como el debate vicepresidencial, continuarán en sus espacios. Los asesores de campaña de Trump manifestaron que deseaban un cuarto debate en septiembre pero la Comisión de Debates Presidenciales, que organiza estos encuentros, no aprobó su solicitud, destacando que en el 2016, cuando las votaciones fueron similares, solo el .00069% del electorado votó en ese mes. Mientras más personas quieran votar por correo en el 2020, el cronograma del debate actual será altamente aplicado.

Aún si Biden continúa aumentando este margen de votos, todavía es muy temprano predecir que el sería el próximo Presidente de los Estados Unidos. Si Trump se esfuerza en hacer realidad sus deseos de reelegirse, tendría que ganar los votos independientes, algo que por ahora, no ha logrado.

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Champaña en Miraflores

La casa por cárcel que decidió imponerle la Corte Suprema de Justicia al ex presidente colombiano Alvaro Uribe, debe haber sido festejado con  champaña en el Palacio de Miraflores. A fin de cuentas cortarle las alas a uno de sus temidos y peores enemigos,  es un obsequio que la  Corte  Suprema de Justicia le brinda al ocupante (Nicolás Maduro) y a su variopinta de corte tropical y proverbial desenfedado.

Quizás  los jueces no se detuvieron a considerar  los efectos políticos de su decisión, tanto adentro como afuera del país, ajustándose únicamente  a los hechos y solo a los hechos. Pero también podría ser todo lo contrario, es decir, que se haya obrado al margen de la realidad y lo que hay es una intención muy lejana de hacer justicia.

En todo caso, hasta ahora lo único claro es que los otrora bandidos recibieron el obsequio de unos curules sin mover un dedo para ganárselos mientras quien los combatió ha sido enviado derechito a su casa para sacarlo del juego. Pero cualquiera que fuera la verdad y el proceso se prolonga, como todo parece indicar,  el poder judicial estará sometido a toda clase de presiones ante país  dividido y cansado de la violencia.

 

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¿Cómo los venezolanos que viven en Estados Unidos podrían determinar la elección presidencial?

¿Cuántos venezolanos hay en USA?

En los últimos años, la mayoría de las noticias escritas por medios en el exterior sobre Venezuela involucran el cambio de inmigración que está viviendo el país. Desde el año 2015, más de tres millones de venezolanos han salido debido a la crisis económica. De esos tres millones, aproximadamente 350,000 han emigrado a los Estados Unidos para conseguir una mejor vida.

350,000 venezolanos han emigrado a los Estados Unidos

La ciudad con más venezolanos en USA

Según el Pew Research Center y el Census Bureau de los Estados Unidos, el estado que tiene más venezolanos es Florida, seguido por Texas y Nueva York. En Florida, la ciudad que tiene el porcentaje más alto de venezolanos es Doral, donde algunos residentes la llaman “Doralzuela” y hasta ha tenido un alcalde venezolano. Doral es parte de la zona metropolitana de Miami, donde el 70% de la población es hispana.

¿Por quién van a votar los venezolanos en las elecciones presidenciales de USA?

En una encuesta hecha por la firma Integrated Communications Research de Miami, el 33% de los venezolanos viviendo en la ciudad son demócratas, comparado con el 5% que son republicanos. Sin Embargo, el 67% de los venezolanos apoya al presidente Donald Trump. Esto demuestra que los venezolanos apoyan a los demócratas en temas muy importantes para los hispanos como la inmigración, pero también señala la oposición de los venezolanos a Nicolás Maduro, a quién Trump ha criticado muchas veces.

33% de los venezolanos es demócrata, el 5% republicano

crédito de ICR (Integrated Communications and Research)

Sin Embargo, el 67% de los venezolanos apoya al presidente Donald Trump

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos son este año y Florida es un estado clave para los dos candidatos. Por ahora, Biden es el favorito para ganar, pero Trump podría subir en las encuestas si recupera al país de la crisis económica y de salud causada por el COVID-19, algo que sería muy difícil de hacer debido al poco tiempo que queda antes de la elección en noviembre. Con más de 100,000 venezolanos registrados para votar en Florida, un estado que fácilmente decide elecciones por menos de 5,000 votos, los venezolanos podrían definir el resultado y el ganador de la elección.

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Medicina y Charlatanería

A propósito del video en televisión de un médico quien se califica de neumólogo, recomendando un jarabe caliente de aspirina con limón y agua, que él afirma es la cura para la Covid19 en uno o dos días, incluyendo la desaparición de los coágulos pulmonares que, según él dice, son la causa de todo el mal y que se desvanecen dos horas después del bebedizo o de recibir anticoagulantes, haciendo innecesario el uso de ventiladores mecánicos, de los que afirma no sirven para nada en esta enfermedad. Y de un segundo video por un conocido presentador de la televisión, burlándose de las medidas de prevención recomendadas por expertos.

Ocuparía varias páginas detallar toda la información que se ha dicho sobre el Covid19, en especial las múltiples “curas” sugeridas en los medios de comunicación y explicadas por la más variopinta fauna de recomendadores, especie que, aunque siempre ha existido, aparece más frecuentemente durante las crisis que la humanidad sufre periódicamente. Esta corta reflexión es aplicable a todo lo dicho sin basamento científico, anecdótico, fantasioso, muchas veces producto de noticias escuchadas y no digeridas por desconocer el procedimiento en el que se basan las ciencias en general.

Medicina Científica Versus Charlatanería

Hace mucho tiempo que se ha comprendido que nuestros sentidos son fuente de conocimiento, pero también de error. Para superar la falacia de la percepción sensorial se utiliza la razón como instrumento capaz de sistematizar y valorar nuestros conocimientos vulgares (empíricos), es decir, los surgidos de la observación reiterada, que no son metódicos ni sistemáticos.

Así nació el conocimiento científico, dirigido a la adquisición de un saber racional, objetivo, sistemático y generalizado. En este sentido la Medicina es una Ciencia, y se considera aplicada, porque concentra su atención en llevar a la práctica las teorías generales y destina sus esfuerzos a resolver las necesidades que se plantean al hombre y a la sociedad. A diferencia de las Ciencias Puras, que se proponen conocer las leyes de los fenómenos estudiados, pero se desentienden de las aplicaciones prácticas que puedan derivarse de sus resultados. Es también la Medicina una Ciencia fáctica, pues se interesa por objetos materiales, al igual que la física, la química y la biología, en contraste con las Ciencias Formales, que se ocupan de objetos ideales y que operan deductivamente, como la matemática o la lógica; pero es también un Ciencia esencialmente humana, como la psicología, la antropología, y otras. De allí la afirmación hipocrática universal y nunca olvidada, “donde hay amor por el hombre, hay amor por las ciencias médicas”.

La Medicina se nutre cada vez más en las otras Ciencias; en realidad, la Ciencia es una sola, pero se ha desmenuzado en varias para entenderla mejor. El método científico incluye en términos generales la Observación, que es empírica, para identificar el hecho o problema y plantearlo; la elaboración de una Hipótesis que lo explique; la Experimentación o corroboración de la hipótesis; la Teoría que explique el fenómeno o problema observado, que sea Reproducible por otros investigadores, y la elaboración de una Ley que generalice la explicación teórica válida de ese problema. Y no es el objeto de estas reflexiones profundizar en ello.

Lo que se llama la fisiopatología (funcionamiento del cuerpo en la enfermedad) de esta virosis SARSCoV2 es mucho más compleja de lo que este “médico” dice. Utiliza medias verdades y por supuesto conclusiones erradas, como el “jarabe” de aspirina y limón caliente, que me recuerda el “calentao” que se bebe contra el frío en los páramos andinos de nuestra tierra. Han aparecido muchos charlatanes en el mundo “explicando” eventos médicos muy complicados que no entienden. Y para otros la prueba de veracidad es “lo leí en internet”. Hay un pequeño número de revistas médicas científicas, de hospitales y de universidades, que se ocupan de agrupar y publicar las investigaciones ya corroboradas sobre coronavirus, en la medida que se van dando a conocer en todo el mundo, especialmente las realizadas en los grandes centros hospitalarios, académicos, universitarios y de investigación, existentes en las muy pobladas ciudades epicentros de la pandemia. Son las fuentes que utilizamos los médicos que tenemos una actitud sobre la enfermedad basada estrictamente en el método científico, con los conocimientos anatómicos, fisiológicos, fisiopatológicos, bioquímicos, farmacológicos, inmunológicos, genéticos, psíquicos, imagenológicos, técnicos y terapéuticos, indispensables para comprender mejor qué está sucediendo biológicamente en el enfermo, para así optimizar el tratamiento de soporte y el específico, cuando éste sea posible, según el nivel que necesite el paciente, incluidos los cuidados críticos intensivos que utilizamos en las unidades de terapia intensiva. Especialidad ésta que no abunda, siendo que la mayoría de los médicos no tienen la formación requerida para realizar los procedimientos y para utilizar los equipos allí concentrados, que son conocimientos especializados y necesarios para la indicación y el manejo preciso de esta tecnología, que al igual que otros actos médicos, puede lesionar.

Pero estos charlatanes explicadores y recomendadores de oficio hacen daño, porque hablan irresponsablemente en medios de comunicación que llegan al público, produciendo dudas en la población y sugiriendo conductas y tratamientos absurdos sin apoyo de investigación sistemática estadísticamente validada. Muchas veces son los mismos presentadores e influencers, ahora llamados así, que son locutores y entrevistadores de oficio en radio y televisión, con escasa formación de tercer o cuarto nivel, que se creen capaces de dialogar como sus pares con personajes, literatos, artistas y científicos de diversa índole, las más de las veces deformando, aunque sea sin intención, lo que dicen sus entrevistados. Y no se detienen allí, algunas de estas “estrellas” de la prensa y la televisión se creen con la autoridad suficiente para hablar por su propia cuenta, generando mensajes en videos con admoniciones y consejos de hacer o no hacer esto y aquello, muchas veces en contradicción con la opinión de expertos a quienes cuestionan sus recomendaciones y hasta se burlan de ellas; son presentadores en cuyos programas van de chiste en chiste, en ocasiones a costa de sus invitados, expertos en mentir cuando alaban las bondades de los productos que los patrocinan, muy hábiles para presentar la forma de las cosas, mas no su fondo y trascendencia, capaces de hacer ver blanco lo negro, como los antiguos sofistas griegos. Para muestra, véanse los videos que andan por ahí de conocidos presentadores de la televisión, que entre burlas, risas e ironías cuestionan las recomendaciones de expertos científicos y las descalifican mostrando imágenes risibles; es decir, hacen lo que saben hacer, divertir a toda costa, cual payasos, sin ninguna evidencia sólida de lo que dicen, solamente analogías baratas.  Cuando lo único sensato que deben hacer estos señores es pedir a sus oyentes que sigan las guías y directrices que los especialistas generen, y callar sobre temas delicados que no conocen en profundidad.

Hay todo un cúmulo de información anecdótica que circula por todos los países. Cada avance que surge es de inmediato publicado, pero ya mediatizado y usualmente tergiversado por comunicadores ajenos a la ciencia. Y mucha de la información que transmiten científicos e investigadores con larga experiencia y amplios conocimientos, es también sutilmente alterada en la prensa o en la televisión, mediante titulares o citando sólo frases de lo que dicen, fuera del contexto general, bien sea por razones políticas (politiqueras más bien), intereses personales o económicos.

Es preocupante que se utilicen triquiñuelas y medias verdades en los recursos comunicacionales para obtener ventajas en la opinión pública que favorezcan a determinados sectores. No se unen en esta dramática coyuntura, ni siquiera para preservar el bien común más preciado, la salud y la vida. Así, se hace a un lado el humanitarismo, tan necesario hoy en día para ayudar a resolver la muy difícil y triste condición de vida de los más desposeídos.

Además de toda esta desinformación rastrera y parcializada, el mundo también está lleno de estas personas sabelotodo, de medicinas y conocimientos que llaman “alternativos”, por supuesto adquiridos sin el enorme esfuerzo de trasnochos, disciplina, lecturas e innumerables horas de estudios durante muchos años que nunca terminan, para aprender a través del método científico, que es único y no tiene alternativas. Y todavía así, seguimos siendo ignaros, sólo entendemos un granito de arena en la inmensidad del conocimiento, pero algo más que los que no realizan el esfuerzo y el intento de aprender.

La ciencia es una y es también único el método que utiliza. Siempre me ha llamado la atención que los personajes que se dedican a estos tratamientos alternativos son, con excepciones, los menos calificados, los que en sus estudios regulares no obtuvieron rendimiento suficiente que luego les permitiera acceder a estudios avanzados de postgrados académicos universitarios, dedicándose entonces a “estudios alternativos”, que no tienen la rigurosidad científica y la exigencia académica universitaria de la formación de postgrado, ni tampoco los principios éticos universales que rigen las ciencias, en especial a nuestra acción médica y a las de otras ramas formales del saber. Y estas personas ejercen la llamada medicina, u otra “profesión”, alternativa, como una manera de obtener ingresos, a veces muy jugosos, para subsistir y vivir a costa de la credibilidad y bona fide de las personas. Pero también hay charlatanes que obtienen títulos y postgrados universitarios, pero que han dejado de lado el método científico y la ética que se les ensenó, que involucran el estudio y la actualización constantes, la cura con el esfuerzo mutuo del médico y más del paciente,  a veces larga y con sufrimiento; y lo han cambiado por el más lucrativo “método”, si así puede llamarse, de la cura fácil, rápida, casi mágica, con el mínimo esfuerzo, como tomarse un “calentaíto” con limón y aspirina. Estos son los “profesionales” más peligrosos, ostentan un título y fungen de especialistas, pero actúan en su propio provecho.

Y han surgido también las facetas más bajas de algunos humanos, cuando han dañado y apedreado automóviles de médicos y trabajadores de la salud, escribiendo con rociadores en sus vehículos amenazas, como “vete desgraciado, no regreses, nos vas a enfermar a todos”, “múdate, ya no te queremos aquí”, así como otras afrentas y desprecios en sus lugares de residencia y en otros sitios, porque los ven como un peligro, no como personas que cumplen su deber a pesar de los riesgos,  que ayudan a salvar vidas y atenuar sufrimientos.

A todos aquellos profesionales, investigadores y científicos de muchísimas disciplinas que con su esfuerzo, tenacidad y sapiencia confluyen para producir el saber médico, mi respeto y admiración. Y a todos aquellos médicos, enfermeras, técnicos, bioanalistas, terapistas, nutricionistas, camilleros, mensajeros, personal de limpieza y mantenimiento, que están en el frente candente y peligroso de atender directamente a los enfermos, también mi mayor aprecio, respeto y admiración, sin olvidar a la multitud de otros profesionales afines y necesarios para el acto médico científico hospitalario, como también el sinnúmero de otros expertos, técnicos y administrativos que un hospital requiere para su buen funcionamiento.

Un Médico Internista.

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El último beso

Luego de tres meses de encierro forzado recibo disgustado la noticia de  la liberación parcial,  gota a gota, con la cual se pretende restablecer la normalidad  del planeta y volver  a una vida que  ya no será lo que fue desde la aparición de la primera víctima del Covid-19.

Comiéndome los ahorros  de toda una vida me quedó como anillo al dedo el forzoso cautiverio  al cual nos sometían los  gobernantes  del mundo, cuyas únicas armas contra  el agresivo microorganismo eran el lavado de manos, el tapa bocas y una vacuna aún inexistente. Después de 46 años de ejercicio profesional me veía  obligado a un ocio que se presentó cuando me dedicaba a buscar trabajo. Así que aproveché ese  tiempo para leer los libros que siempre me propuse leer y que nunca había leído, así como hacer lo propio viendo  un centenar de películas, viejas y nuevas.

Para entonces sospechaba ya que muy pronto dejaría las fieles chancletas de goma que me acompañaron durante aquellos días para volver al rescate de los castigados mocasines, guardados en lo más oscuro del closet. Lo mismo ocurriría  con los shorts playeros, que le darían paso a los antiguos  pantalones que no cerrarían por el aumento de peso, ganado en un episodio de esta guerra pasiva contra el infame bacilo que va tomando posesión de continente tras continente.

Comprendía, entonces, sin mucha nostalgia, que esos  vestidos y demás atuendos ya no servirían de nada porque el mundo no sería el mismo y la desaparición del  beso, del abrazo bien apretado, de los espectáculos de masas delirantes, de todo tipo de restaurantes, de la rumba infinita, del turismo desaforado, del metro repleto, del desempleo masivo y el consumismo desenfrenado, no vienen a ser otra cosa sino los síntomas de que lo que está en juego es el fin de la humanidad.

De su primer álbum, Los 007 – El Último Beso (1966). Un clásico de nuestra música.

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3 Comentarios

  1. Excelente artículo Roberto!! Mucho gusto en saludarle. Sere muy breve en mi humilde opinión; porque aquí el experto eres tú!

    Actualmente estamos viviendo momentos impactantes en todo el mundo.
    Existen demasiadas interrogantes… Orden Mundial, Bill Gatess, Poder Mundial, Izquierda Mundial, Fin de la humanidad. Tantas preguntas sin respuestas. Yo te pregunto ahora, ?la humanidad merece desaparecer? ?O son los humanos, que desean que desaparezcan ¿ Y ante toda esta incertidumbre que nos arropa, esta es mi respuesta: Jesús es el camino, la verdad y la vida.

    Un cálido y fuerte abrazo. PD: Me encantó el Título y haber escuchado aclos 007!!????

  2. Orgullosa de ver nuevamente y a pesar ( o quizás mejor decir, gracias a) de la contingencia vital que sufrimos, el nombre de uno de los últimos reflejos brillantes del apellido GIUSTI, reaparecer en la palestra pública con todo el empuje, el coraje y valentía a la que nos tenía acostumbrados. Felicitaciones primo querido, siempre pendiente de tu trascendente figura.

  3. Siempre he admirado el trabajo periodístico de mi gran amigo Roberto.Deseo contactarlo a través de mi email.Vivo en Ejido y fuimos compañeros en el Diario Frontera en sus inicios 1979.Saludos.

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El mundo del fútbol durante la crisis del coronavirus

Justo cuando las ligas comenzaron a cerrar, el mundo del fútbol desapareció lentamente. Todas las grandes ligas de Europa, incluyendo la Premier League y La Liga, fueron pospuestas o suspendidas, cosa que no había pasado desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos jugadores fueron diagnosticados con el COVID-19 y los clubes comenzaron a depender de las ganancias mínimas que pudiesen hacer durante la crisis. El mundo estaba colapsando y el fútbol era una pequeña parte de eso.

Las ligas europeas ante el covid

En algunos países europeos, los gobiernos suspendieron las ligas para reducir el contagio del virus, causando gran preocupación entre los equipos de fútbol. Equipos de la Ligue 1 de Francia, como el Olympique Lyon y el Amiens, demandaron al gobierno francés por prohibir todos los eventos deportivos, incluyendo la liga, lo cual le dio automaticamente el título al PSG. Si la Ligue 1 es suspendida oficialmente, el Lyon no participaría en competencias europeas por primera vez desde 1997, mientras que el Amiens sería relegado a la segunda división del país.

En Alemania el gobierno le dio permiso a Bundesliga

Sin embargo, en Alemania, el gobierno le dio permiso a la Bundesliga para reanudar la temporada a puertas cerradas el 15 de Mayo. Esto significaría que la Bundesliga sería la primera liga grande europea en continuar la temporada, pero posiblemente no sería la última, ya que los clubes en Inglaterra y España se están preparando para una posible reactivación en junio.

Mientras que las ligas en Europa tratan de abrir, el futuro de las competencias europeas no está claro. Turquía ha mencionado que la final de la Liga de Campeones, que se supone se iba a jugar en Estambul este mes, se podría jugar en agosto si todo sale bien, pero la UEFA no lo ha confirmado todavía. Si las competencias europeas se reactivan, los equipos franceses van a tener que jugar en otro país debido a la prohibición de los eventos deportivos.

Si las ligas en Europa se reanudan, lo más probable es que se jueguen a puertas cerradas para prevenir más casos del Coronavirus. El futuro del fútbol está indeciso, pero el deseo de jugarlo siempre estará presente.

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Tulio Hernández: “La guerra civil, la insurrección militar o la injerencia extranjera”

El día que salió de Venezuela, escapando de un carcelazo anunciado por Maduro, en cadena nacional, Tulio Hernández caminaba por el puente que une a Colombia con Venezuela. Del lado de allá Puerto Santander, del lado de acá la alcabala de Boca de Grita. De este lado Venezuela, donde lo esperaba una celda en el Helicoide, del otro lado Colombia y la incertidumbre del exilio.
Silbando por lo bajito avanzó en tono suave mezclándose con la multitud que dejaba el mustio y triste lado venezolano para acercarse al lado colombiano, caliente y colorido, con sus buhoneros ofreciendo a los migrantes todo lo que faltaba tan cerca y tan lejos de su alcance. Ni siquiera lo miraron los guardias nacionales y en menos de tres minutos, al llegar a la mitad del puente, estaba a salvo.
Sociólogo, investigador de temas comunicacionales y de políticas culturales, asesor de organismos internacionales y columnista, durante más de dos décadas del diario El Nacional, Tulio nació en Rubio, estado Táchira, a muy pocos kilómetros de Colombia. De manera que asume con naturalidad de conocedor la decisión de dedicar buena parte de su actividad académica, en Bogotá, al fenómeno de la migración venezolano: “Este es un fenómeno único en la historia de América Latina. Una migración de un país a otro con unas dimensiones jamás vistas”.
-El venezolano era el único latinoamericano que no acudía a la emigración como el recurso que le podía asegurar un mejor nivel de vida. Antes que emigrante Venezuela era un país receptor de inmigrantes. Pero ahora le tocó ser todo lo contrario. ¿Cómo observas ese cambio radical que se vio obligado a emprender para sobrevivir?
-El venezolano es un emigrante nostálgico a priori. Generalmente los emigrantes desarrollan una nostalgia luego de un cierto tiempo. En cambio el venezolano, como era tan apegado a su país, en muy poco tiempo tenía una narrativa, una música y una literatura. Pero no es un emigrante que se va tratando de mejorar sino obligado por las circunstancias. Eso genera, en las migraciones más recientes, un comportamiento de refugiados políticos que fueron expulsados y por tanto no escogieron libremente su salida del país. De manera que en América Latina y más concretamente, por ejemplo, en Chile, el venezolano popular, aquel de menguados recursos, exhibe orgullosamente su condición.
-¿No lo hacen todos los latinos?
-No. Mientras los emigrantes colombianos, bolivianos y peruanos tratan de camuflarse para no ser perseguidos, el venezolano siempre tiene una camisa tricolor, una gorra o una chaqueta porque siente que merece ser estimado si consideramos que en el pasado eran los chilenos quienes tocaban las puertas de Venezuela.
-¿Ese tipo de comportamiento no revela una incapacidad para integrarse a la sociedad que los ha acogido?
-No. Históricamente la primera generación no se integra plenamente al país receptor, sus integrantes viven nostálgicos para siempre del lugar donde nacieron. Y por eso sociedades como la norteamericana está conformada por ghettos. En el caso de los venezolanos que llegaron a Colombia existe ya un proceso de integración por parte de los más jóvenes. Al punto que hay padres quejándose porque sus hijos se están volviendo muy colombianos. Un fenómeno comprensible porque los jóvenes se integran fácilmente, mientras que los mayores guardan distancia. Pero esa distancia está reforzada por la idea de que somos víctimas y estamos sufriendo castigo. En el pasado el emigrante colombiano que se establecía en Boston o en Caracas iba a mejorar su condición. El venezolano, incluyendo al clase media sin recursos, digamos un médico que vive de vender arepas en la calle, siente que está sufriendo una pérdida.
-El único emigrante (exiliado) que tuvimos en el pasado fue el del dirigente político, que se veía obligado a salir del país aventado por las dictaduras. Pero hoy en día pareciera que el emigrante está desechando la posibilidad de regresar al país.
-Hay de todo. Los estudios internacionales señalan que luego de emigraciones masivas solo regresa a su país de origen entre el quince y el veinte por ciento. Y sobre todo vuelven quienes tenían, al momento de dejar el país, más de treinta años. El caso venezolano es más complejo porque el punto de inflexión, que genera el retorno, está dado por la caída del régimen. Sin embargo, de mis contactos en Europa, Estados Unidos y América Latina he observado que quienes están mejor preparados para regresar son los jóvenes entre 25 y 35 años, con formación universitaria, sensibilidad política y sin hijos mayores.
-¿Qué están haciendo ellos para lograr el regreso? ¿Tienen actividad política? ¿Están organizados?
-Sí. En Boston hay un grupo de estudiantes de universidades norteamericanas que se reúne anualmente. En Colombia, está el grupo Ávila Montserrat, que impartió un curso de formación socio-política para treinta dirigentes sociales, menores de treinta años. Todos conscientes de que se están preparando para regresar y trabajar con un gobierno democrático dispuesto a la reconstrucción nacional. Se trata de grupos pequeños pero activados con presencia en los más diversos países. Una red hasta ahora no organizada de grupos que coinciden en los mismos objetivos. Hay otra gente, muy nostálgica, que se vino a regañadientes, pendiente solo del día D para agarrar las maletas y volver. Finalmente está la mayoría, un 50 por ciento, echando raíces mientras sus hijos se casan con nativos y ya hablan como lo hacen en su país receptor. Estos últimos no se desligan del país pero tampoco, necesariamente, van a regresar.
-¿En qué grupo te sitúas tú?
-Estoy en dos grupos. Soy de aquellos que, por razones de edad, pueden morir afuera, sin volver. Recuerdo que Celia Cruz, cuando la entrevisté por última vez, me dijo que antes de morir volvería a Cuba para visitar la tumba de su madre. Pensaba que primero que ella se moriría Fidel Castro. No fue así y nunca volvió. Entonces esa es una posibilidad que puede mantenerse quince, veinte o treinta años. Y la otra tiene que ver con mi profesión y actividad, que me tienen en permanente conexión con lo que sucede en mi país. Pero es indudable que en el caso de la caída del actual régimen estaría dispuesto a trabajar en la reconstrucción nacional. Ocurre, sin embargo, que mi disposición anímica me lleva a asumir una vida afuera, independientemente de que pueda volver.
-Siempre me he preguntado por qué no hay esa actividad política que se desarrolló en los años 50, durante la dictadura de Pérez Jiménez, con los partidos democráticos trabajando desde la clandestinidad y unos dirigentes, fuera del país, guiando esa lucha y asegurando las posibilidades del cambio hacia la democracia. La pregunta es: ¿por qué el exilio político se ve borrado por el otro tipo de emigrantes?
-Porque el exiliado político es una minoría. Aquí, en Colombia, hemos determinado que de cada mil inmigrantes solo uno tiene que ver con causas políticas. Pero hay otra razón y es que para los años 50 la lucha estaba clara desde el principio. De manera que (Rómulo)Betancourt, (Rómulo) Gallegos, (Jóvito) Villalba en el 52 crearon la conciencia de que la lucha era clandestina. En la agenda de Leonardo Luis Pineda, Secretario General de Acción Democrática en la clandestinidad, aparecían las sumas de dinero que le enviaban desde el exterior los exiliados.
-No hay en la oposición una incapacidad política para unirse en torno a determinados objetivos?
-El gran éxito del chavismo fue hacerle sentir al mundo y a los mismos venezolanos que en Venezuela había una democracia. Por lo tanto, a pesar de las advertencias de muchos, nunca se construyó lo que era indispensable: un aparato de lucha clandestino. Entonces el emigrante de AD y del Partido Comunista, que estaban en Costa Rica, Nueva York o en Chile, era un activista político que además tenía el apoyo de organizaciones democráticas que operaban en esos países. Pero la emigración nuestra se fue dando sola. Un día botaron al presidente de la CTV, al día siguiente a un ex gobernador del Zulia, luego a un golpista inocuo como Pedro Carmona. Ninguno se fue como parte de un aparato político que debía operar desde el exterior con su aparato clandestino activado en Venezuela.
-Sin embargo, el gobierno acusa a la oposición de estar en permanente conspiración.
-En eso se diluyó y se sigue diluyendo el esfuerzo político porque no está claro en qué terrenos iremos a la contienda, agotadas como están las cuatro vías.
-¿Cuáles son las cuatro vías?
-La vía electoral, la vía de la insurrección, la vía del golpe y la de la guerra civil. De manera que tenemos una actividad política desconcertante y confusa al contrario de aquella, contra la dictadura de Pérez Jiménez, que estaba claramente definida.
-¿Quiere decir eso de que cualquier cambio político no depende de los venezolanos que están afuera, ni de los que permanecen adentro?
-Hasta el momento no porque los que ha hecho difícil salir del régimen es que cada vez que la fuerzas democráticas creen que alguna salida es posible el régimen la hace imposible. Ir a elecciones y hacer vida política era correcto, pero el día en que se desconoce el parlamento se acaba el juego democrático. No obstante las fuerzas opositoras no lo advierten y siguen actuando como si estuviéramos en democracia. Es decir, dejándose encarcelar, torturar, exiliar sin tener a la mano ningún mecanismo un mecanismo de resistencia. Lo mismo pasa con los militares. Creen que pueden dar el golpe y terminan en prisión.
-¿Crees, entonces, que un golpe de estado es factible y debe ser apoyado?
-Considero que toda alternativa, en este momento, debe ser apoyada. Soy un demócrata convencido, siempre busqué la vía electoral, pero una vez que el Estado captura la voluntad popular (desconocimiento del parlamento) ya no hay democracia. Por lo tanto estoy contra de los golpistas que atentan contra el gobierno democrático. Pero cuando un gobierno ya no es democrático cabe cualquier vía, la guerra civil, la insurrección militar e incluso la injerencia extranjera. Pero ojo, estoy hablando del modelo tipo Wolfang Larrazábal. Es decir un golpe que de inmediato convoca a una junta cívico-militar y a su vez llama a elecciones.
-Hablas de injerencia exterior. ¿Estarías de acuerdo con una intervención de los Estados Unidos?
-Estoy absolutamente en contra. Las intervenciones norteamericana, no solo las del siglo XX en América Latina, sino también las del XXI en Irak y Afganistán, dejan destrozados a los países. Cuando hablo de intervención extranjera no me refiero a las fuerzas de ocupación a lo Panamá o a lo dominicano o al golpe de Pinochet contra Allende en Chile. Estoy hablando de alianzas internacionales, tipo cascos azules, tipo gobiernos vecinos que puedan intervenir para garantizar la ayuda humanitaria. Pero la intervención de los marines me parece una terrible involución.
-Hablas de la intervención de los países vecinos y cercanos que sienten el impacto de la migración desordenada y masiva de los venezolanos que huyen de su país.
-Los cálculos señalan, si Maduro sigue en el poder, que para marzo-abril debe haber dos millones y medio de venezolanos en Colombia. Pero a esto se agrega que Venezuela es el aliviadero del ELN y de la disidencia de las FARC, que no se va a plegar al proceso de paz. Luego está la lucha contra el narcotráfico, que cada día se hace más difícil porque Venezuela se ha convertido en el puente para llevar la cocaína a los mercados de Estados Unidos y Europa. Finalmente aparecen las crecientes economías ilícitas l como el tráfico de gasolina, de armas, de personas y ahora de oro. Esto quiere decir que Venezuela no solo constituye un grave problema migratorio sino que también enfrenta una serie de ilícitos que amenazan la seguridad de Colombia. Por eso la variable “intervención extranjera” debe ser movida de manera muy inteligente por el liderazgo colombiano. Para Colombia no es un problema ideológico que el vecino esté violando los derechos humanos. Su problema es impedir que la catástrofe se convierta en una amenaza que mine la democracia colombiana. Por lo tanto, allí hay una variable muy interesante, incluyendo las operaciones militares gestionadas desde Colombia.

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La Rebelión de los Chamos

Discurso de ordén pronunciado por Roberto Giusti en el Capitolio del estado de Oklahoma (USA) en la conmemoración del cinco de julio de 1811.
Las fiestas conmemorativas por el nacimiento de los países constituyen un saludable ritual que nos permite revivir la historia, ofrecer un homenaje a quienes entregaron su vida en aras de la independencia de los pueblos y consolidar los principios democráticos sobre los cuales se debe asentar la vida en sociedad. Y eso fue lo que ayer, 4 de julio, celebramos al cumplirse 231 años del día de la independencia de los Estados Unidos, pioneros, con sus trece colonias, de lo que luego se conocería como “la era de las revoluciones”.
Quiso la historia, sin embargo, que al día siguiente, pero 35 años después, es decir, el 5 de julio de 1811, las siete provincias unidas de Venezuela, decretaran el rompimiento de cualquier tipo de sujeción con el imperio español. Se ponía punto final, así, a 300 años de cruel dominación y el país se disponía a hacer bueno, en el campo de batalla, lo que el congreso constituyente había proclamado en el acta de independencia.
Pioneros de la rebelión que luego prendería en toda la América Latina, los criollos venezolanos, inspirados en las ideas de la Ilustración siguieron los pasos de la Revolución Francesa y el nacimiento de los Estados Unidos, cuya novísima Constitución consagraba la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la separación de los poderes y el respeto a los derechos humanos.
Sobre esos fundamentos se escribió la primera constitución venezolana y aun cuando el mismo Simón Bolívar estuviera en desacuerdo con lo que denominaba como un “magnífico sistema federativo”, a su juicio imposible de aplicar en nuestro país, se valoraba con no poca fascinación el influjo que la carta magna norteamericana ejercía sobre los legisladores venezolanos.
Sin embargo, antes de ventilar las distintas teorías sobre modelos de gobierno, valga decir entre centralismo y descentralización, había que enfrentar un formidable obstáculo: la guerra de independencia, que, desde Venezuela, se extendería a Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú, bajo la conducción del aquel ser extraordinario, líder de multitudes, sabio tribuno, consumado estratega militar y trotamundos incansable que fue Simón Bolívar.
Al mando de lo que en lenguaje popular de la época se llamaba “montoneras”, un ejército mal vestido y peor armado, compuesto inicialmente por lanceros del ardiente llano venezolano, Bolívar se aventuró en un largo y alucinante tránsito por las lejanías de la intrincada y gélida geografía de los páramos andinos, las ciénagas de las selvas colombianas y la desolación del Altiplano boliviano, para sembrar la semilla de la emancipación y desalojar al ocupante español.
Fueron casi tres lustros de una encarnizada conflagración en la que la corona española enviaba ejército tras ejército desde la distante península, dispuesta a sofocar, a sangre y fuego, el levantamiento general del continente. Finalmente, en 1823, en la batalla de Ayacucho, quedaría sellada la liberación definitiva de la América Latina no sin un elevado costo en vidas y una Venezuela que llevaría la peor parte con 200 mil muertos y la destrucción material de casi todo el país.
Pero hoy, desafortunadamente, no podemos limitarnos a rememorar la fecha con la lánguida nostalgia de los hechos históricos irreversibles porque Venezuela vive una crisis sistémica que la ha hecho retroceder más de doscientos años y la ha colocado en los tiempos anteriores a aquella proclama de liberación. Nos encontramos con un país destruido materialmente, con un país sometido a una atroz dictadura, con un país transido por la violencia, con un país sumido en la miseria, el hambre, la corrupción y el narcotráfico y con un país golpeado por la barbarie de la clase dominante en una situación peor que aquella al término de la guerra de independencia.
En menos de dos década el mal llamado socialismo del siglo XXI, movimiento nacido en los cuarteles y protagonista de dos golpes de estado, liquidó las bases de un sistema democrático, que en medio de sus flaquezas, fomentaba la convivencia pacífica entre ciudadanos iguales pero distintos, con un sistema electoral que respetaba la alternabilidad, con una constitución que garantizaba las libertades, los derechos humanos y la autonomía de los poderes, así como una institución presidencial controlada por un parlamento vario pinto y representativo de las más diversas tendencias y creencias.
Todos esos logros, que se consideraban irreversibles, comenzaron a resquebrajarse a partir del golpe de estado de 1992, protagonizado por Hugo Chávez, quien en nombre de la redención de los oprimidos, convirtió a Venezuela en una gigantesca prisión, de la cual hemos huido, hasta el día de hoy, más de un millón de persona.
Pero lejos de redimir a los pobres, los gobiernos de Chávez y Maduro, liquidaron a la clase media e hicieron miserables a los más pobres, quienes mueren de hambre por falta de alimentos y de enfermedades remediables por la falta de medicinas mientras se les escapa la vida en kilométricas filas ante los vacíos supermercados y expendios de medicina.
Todo esto luego de haber malbaratado, por concepto de la renta petrolera, más de novecientos mil millones de dólares a lo largo de los últimos 18 años, durante los cuales arrasaron con el aparato productivo forzando el cierre de nueve mil industrias y la estatización, cuando no el despojo puro y simple, de seis millones de hectáreas donde antes se producía todo tipo de alimentos y donde hoy reina la desolación y el abandono.
Pero llegados a este punto la pregunta luce obvia: ¿Cómo, cuándo y por qué comenzó la galopante decadencia de uno de los países más ricos del continente y en determinados momentos la excepción democrática donde la regla era la existencia de dictaduras militares?
Pues bien, para no ir muy atrás en el ejercicio de retrospección, que nos llevaría al nefasto golpe del 4 de febrero de 1992, comencemos a partir del 2014, luego de la muerte de Chávez, cuando la baja de los precios petroleros puso al descubierto la debilidad política y económica de un gobierno que perdió el apoyo popular ante la suspensión de las políticas populistas que compraba voluntades y aseguraba adhesiones chequera en mano y el cierre de las importaciones que suplían todo lo que se había dejado de producir en Venezuela. En poco tiempo quedó al descubierto que sin Chávez el fervor apasionado que este despertaba en las multitudes desaparecía, pero, peor aún, que sin las políticas populistas y el reparto masivo de bienes y dinero la convicción ideológica se difuminaba en la protesta ante la aparición del fantasma de la hambruna.
Así fue como impulsado por el derrumbe de su popularidad Maduro decidió jugar fuerte y con el apoyo de la camarilla militar que lo rodea ordenó al Tribunal Supremo de Justicia despojar a la Asamblea Nacional de todas sus atribuciones, al tiempo que se otorgaba poderes extraordinarios. De esta manera se consumaba un golpe de estado en frío que venía dándose progresivamente, gota a gota, desde el mismo comienzo del mal llamado “proceso revolucionario”. Solo que ahora el chavismo se quitaba la máscara y quedaba al descubierto la triste realidad: los únicos soportes que mantienen en el poder a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y demás capitostes del chavismo, son unos poderes públicos, como la Fiscalía General, que ya están librándose del yugo. Pero sobre todo, Maduro se sostiene por el poder de fuego, valga decir, los altos mandos de las Fuerzas Armadas, valga decir, la más brutal y salvaje represión.
Pero no contaba Maduro con la reacción masiva e inmediata del pueblo venezolano, que como un solo hombre salió a la calles para rechazar la maniobra golpista al punto que en cuestión de horas se percató del error y anuló la medida. Solo que la rectificación llegaba tarde y mal porque los demonios habían sido liberados ya y el primero de abril el país entero se agitaba en una prolongada y masiva protesta pacífica que se instalaba para quedarse hasta el día de hoy. El costo, sin embargo, es doloroso porque las manifestaciones han sido reprimidas con tal ha saña y brutalidad que durante 96 días de rebelión popular han caído cerca de centenera de jóvenes venezolanos, asesinados por los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariano y por los grupos paramilitares, armados por Maduro para sembrar el terror entre los manifestantes.
Pero esta cosecha de sangre, esta masacre continua de adolescentes, este crimen de lesa humanidad, provocado por el apego patológico al poder, de un Maduro que dice preferir las armas a los votos, no ha logrado frenar el coraje de los manifestantes, quienes continúan desafiando las balas asesinas y las bombas lacrimógenas mientras sostienen firmes sus propuestas para salir de la crisis: convocatoria a elecciones generales ya, liberación de los 400 presos políticos y apertura de un canal de ayuda humanitaria para subsanar la falta de alimentos y de medicinas.
De manera que el caso venezolano no se reduce a lo que algunos analistas han sugerido como una incipiente guerra porque para la guerra hacen falta, al menos, dos contendientes armados y en Venezuela hay uno solo: los militares, la policía y los paramilitares chavistas. Del lado de quienes luchan por el rescate de la democracia se apela a la resistencia pasiva, los jóvenes avanzan a pecho descubierto, inermes y por eso no hay sin una sola víctima en el bando del oficialismo. Pero el sacrificio resulta inimaginable y muchos del medio millar de jóvenes presos han sido sometidos a las más denigrantes torturas, que incluyen atrocidades como la violencia sexual, el uso de gas pimienta y la colocación de capuchas a adolescentes con las manos atadas, tal y como lo denuncian ONGS como el Foro Penal Venezolano y Cofavic.
Está visto que la lucha es terrible pero los venezolanos saben que no hay vuelta atrás porque la inmensa mayoría dejó de creer en el mensaje del odio que separó a los venezolanos en dos bandos irreconciliables. Hoy las dos mitades se han unido en el rechazo a una oligarquía que predicaba el odio, la lucha de clases, el desprecio por los valores de Occidente y las normas básicas de convivencia. El mal llamado proceso revolucionario ha fracasado en su tarea de adoctrinar a los más jóvenes y a los niños en la curiosa tarea de inculcarle una inversión de valores de manera que se considera al delincuente como un justiciero social y al propietario como un ladrón que debe ser despojado de sus bienes porque el robo no es un delito sino una expropiación revolucionaria.
Las consecuencias de tal forma de pensamiento resultaron nefastas y debido a esta licencia para robar y matar, con impunidad garantizada, ha generado una ola criminal irrefrenable y aquí solo haré referencia a un indicador citando las cifras del Observatorio Venezolano de la Violencia según el cual en Venezuela ocurren 27 875 muertes violentas cada año, equivalente a 76 asesinato cada día y más de tres cada hora.
Ese es el país que los jóvenes venezolanos intentan sacar de las tinieblas y por el cual luchaban los caídos, algunos de los cuales no llegaba a los 20 años. Una generación admirable, capaz de comprender que había llegado el momento de emprender la lucha y también cómo había que librarla, a pesar de no haber vivido nunca en democracia porque cuando vino a este mundo ya gobernaba Chávez. Y es que a diferencia de los venezolanos de 1811, quienes se alzaron en armas, estos de hoy en día han apelado a la resistencia pacífica o a la no violencia activa, en la mejor tradición de Mahatma Gandhi, Martín Luther King, Nelson Mandela y tantos más.
Frente a este cuadro Maduro intenta imponer una Asamblea Constituyente a la manera de la Cuba castrista y consolidar así el viejo sueño de una sociedad sometida al arbitrio del totalitarismo. La respuesta ha sido contundente pero democrática: la Mesa de la Unidad Democrática está llamando a una consulta popular, a celebrarse el 15 de julio para que sea el pueblo quien decida si efectivamente quiere el futuro nefasto que ya sufre el país en las manos de Maduro o si se sella con el poder del voto el porvenir luminoso que Venezuela se merece siguiendo la huella de estos niños valientes, de estos nuevos libertadores, cuyo cinco de julio ha sido el primero de abril, seguros, como están, de que la lucha solo cesará el día en que se produzca el rescate de la democracia y la libertad.

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La tragedia del nuevorriquismo chavista

En la apacible ciudad universitaria donde vivo, dentro de los Estados Unidos, resulta prácticamente imposible toparse con un chavista. Bucólico y conservador sin estridencias radicales, dotado de un hermoso y extenso campus, Norman, Oklahoma, donde ni los estudiantes alzan la voz, no parece el lugar propicio para el dispendio y el escándalo que caracteriza a los hijos y allegados del nuevorriquismo venezolano.
A Norman, en términos generales, se viene, básicamente, a aprender o a enseñar y en eso la Universidad de Oklahoma ofrece un amplísimo y muy bien desarrollado programa de estudios en las más disimiles ciencias. Pero para el prototipo del chavista, cuyo afán de conocimiento es superado, de lejos, por el afán del consumismo, resulta un gran bostezo la celebración de una fiesta de grado, digamos, por ejemplo, de Bachelor of Music in Piano, con torta y refrescos. Lo suyo sería una caja de Buchanans 21, pasapalos de la más cercana tienda de exquisiteces y obligatoria compañía femenina o de cualquiera otro sexo.
Así que nada que ver. El chavismo requiere, para satisfacción de sus paladines en búsqueda de aventuras, la excitación y turbulencia de las grandes urbes. Nueva York, París, Londres, Buenos Aires, Roma y sobre todo Madrid porque a ellos, ilustres monolingües casi todos, les resulta irresistible aprovechar la ventaja del mismo idioma. Pero nada ni nadie le gana a Florida, a pesar de los riegos que representan Miami, Fort Lauderdale o Boca Ratón, sitios donde, en cualquier esquina, te puedes topar con un desagradable grupo de indignados que te recitan, a pie juntillas, todas las barrabasadas cometidas cuando eras ministro de Chávez. Por eso, ahora buscan refugio en destinos más exóticos y lejanos como Australia. Vano intento porque ya sabemos que hasta allí llegó la diáspora primero que los nuevos ricos chavistas con su correspondiente venta de arepas en la playa.

La gran contradicción de estos parias con miles de millones de dólares a su disposición es que el paraíso en que dicen haber convertido a Venezuela les resulta pequeño, desmadejado e invivible. En un país donde los servicios públicos no funcionan, los colegios privados están cerrando sus puertas y los centros comerciales languidecen en la escasez de mercancía y de quien la pueda comprar, solo podrán satisfacer las necesidades básicas con unos dólares que no saben en qué gastar porque las extravagancias consumistas simplemente no existen y la imagen de unos ricachones dándose vida, mientras el grueso de la población se muere de hambre o asesinado por los esbirros, resultan intolerables hasta al más insensible de los chavistas mil millonarios. Por eso huyen despavoridos hacia el mundo exterior. A darle con todo a la tarjeta de crédito. A gastar sin reparo ni remordimientos. Y allí, en cualquier rincón del planeta, son esperados por aquellos que, a su juicio, debieron quedarse en Venezuela disfrutando del socialismo del siglo XXI, los indignados que ahora les amargan la vida y les ponen el mundo chiquitico. A menos que se dejen de pendejadas y se acojan a un exilio dorado en La Habana o en Pyongyang.
Pero, ¿tienen razón los indignados venezolanos de tratar, como lo hacen, a los nuevos ricos chavistas si tomamos en cuenta que ellos son los responsables de la tragedia que vive el país, incluyendo la de quienes ahora los increpan a las puertas de los restaurantes más lujosos de París Melbourne o Viena? La respuesta en una próxima entrega.

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EL ÚNICO ENCUENTRO

En memoria de Jairo Ortiz y de todos ellos.
Una bala ensangrentada
contra el asfalto.
Pudo haber sido mi hijo
el hijo asesinado.
Esa bala, su bala,
la bala asesina
que perfora
el pecho
silbante
que atraviesa
y parte en dos
lo que pudo ser
pero no pudo.
Una bala ensangrentada
contra el asfalto.
Rastrero testimonio
del único
encuentro
con mi hijo,
el hijo asesinado
que nació en mí
y lo fue
como fue tuyo,
como será.
El único encuentro
entre ese hijo nuestro
y su asesino.
Una bala ensangrentada
contra el asfalto.

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